Excelente escenario en el que fuerzas del ejército de tierra y de la marina del Perú se enfrentan a unidades del ejército regular y paramilitares ("carabineros") del ejército ecuatoriano.

El campo de batalla es estrecho y largo y es atravesado de punta a punta por un río navegable. Precisamente el interés de este escenario se concentra en una cañonera peruana que, a causa de su potencia de fuego y su movilidad, puede navegar rápidamente a lo largo del río y debería teóricamente desequilibrar la batalla en favor de los peruanos.

Los ecuatorianos tiene una moral muy baja (6/5 y 6/4). La de los peruanos es algo más alta (7/6). Se obtienen puntos de victoria por causar bajas al enemigo y por conquistar hexes de ciudad.

Los peruanos entran por el este y rápidamente, gracias a su mejor moral y al apoyo de la cañonera, consiguen desalojar al enemigo de la primera ciudad junto al río. El problema para los peruanos está en que sus escasas fuerzas deben guarnecer el terreno conquistado y al mismo tiempo seguir avanzando para conquistar más. Y es aquí donde está el talón de Aquiles peruano. Las desmoralizadas unidades ecuatorianas que habían sido desalojadas de los primeros hexes de ciudad se reorganizan lentamente y reconquistan algunas posiciones perdidas.

Los ecuatorianos, además, lejos de mantenerse estáticos en sus posiciones defensivas, se desplieganen a orilla del río para tratar de interceptar a la cañonera. En el turno 14 los carabineros ecuatorianos consiguen desorganizar a la cañonera, que no consigue recuperarse en el resto de partida. Sin el apoyo táctico de la embarcación peruana, los atacantes ven mermada su capacidad de fuego y de movilidad. Esto, añadido a la tenaz defensa de la ciudad central por los ecuatorianos, conduce a un igualadísimo resultado (19 VP para los peruanos y 20 para los ecuatorianos).

En resumen, empate y un magnífico escenario al que no dudo en calificar con un 5.