Este escenario tiene lugar el 20 de agosto de 1942, por lo tanto antes de que empiece propiamente la operación "Pequeño Saturno", pero no obstante es el prolegómeno de la lucha terrible que iba a entablarse pocos meses después a orillas del río Don.

Ahora dos batallones italianos (uno de ellos entra en el campo de batalla como refuerzo mediado el combate) deben defender una colina de gran importancia estratégica junto al río Don. Los soviéticos atacan con fuerzas del ejército regular con efectivos equivalentes a dos batallones reforzados. Tanto italianos como soviéticos tienen el apoyo de morteros y artillería fuera del tablero (off-board).

Todos los efectivos iniciales italianos (un batallón) despliegan en la colina al suroeste del campo de batalla, protegidos en pozos de tirador y en cuatro posiciones atrincheradas. Ambos bandos tienen una moral muy similar (7/6 y 7/5). Los soviéticos atacan desde el primer momento desde varios puntos, tras una cortina de artillería y fuego de morteros. Lamentablemente los morteros soviéticos no están bien enmascarados, por lo que inmediatamente atraen el fuego de la artillería y de los morteros italianos, que destruyen dos baterías. Este hecho va a tener una importancia decisiva, ya que restará significativamente fuego de apoyo a los atacantes.

Pronto empiezan a producirse las primeras bajas y desmoralizaciones y el combate entra en una fase caótica. Los soviéticos se aprovechan de su superioridad numérica para desalojar a los italianos de varias posiciones y de dos de las cuatro trincheras, aunque para ello pagan un precio terrible. Cuando la situación empieza a ser desesperada para los italianos se produce la entrada del batallón de refuerzo, con lo que el combate se equilibra.

La artillería soviética, más potente, hace estragos entre los recién llegados. En cierto momento los italianos pierden 13 "steps" de bajas, lo que impide que puedan ganar la batalla. Los soviéticos, en cambio, aún pueden ganar, siempre y cuando consigan desalojar completamente al enemigo del nivel 80 de la colina. Es en este momento cuando la lucha alcanza su momento álgido, con desesperados ataques de los soviéticos y no menos desesperados esfuerzos de los italianos por defender su última posición en el nivel 80: un hex atrincherado. Este hex es blanco de la artillería soviética y en algún momento todos sus ocupantes quedan desmoralizados, pero el comandante italiano consigue hacer llegar refuerzos y al final, in extremis, mantiene la posición en su poder. Empate.

Partida emocionantísima, donde prácticamente hasta la última tirada de dados no se sabe el desenlace. Por emoción y diversión valoraría este escenario con un 5, pero por falta de realismo lo dejo en un 3. Digo por falta de realismo porque al final las bajas son tremendas y dudo que un comandante en su sano juicio se aventurara en la vida real a lanzar ataques tan desesperados y dejar prácticamente fuera de combate a sus fuerzas para conseguir un objetivo táctico limitado.